Se acerca el fin del reto computer geek…¡Qué ilusión me hace! Y es que, a pesar de haberlo cumplido sólo parcialmente, al conseguir sólo el objetivo primario, he aprendido tantísimo en estos 365 días que están a punto de cumplirse que no podría estar más contenta. Y, sinceramente, me siento muy orgullosa de mí misma.
Podría haberlo hecho mejor, no lo dudo, pero cuando miro atrás y veo todo lo que he conseguido en menos de un año de mi vida, me entra una cierta risilla.
Siempre me he considerado una persona un poco vaga y no lograba entender por qué para algunas cosas no concebía la posibilidad de no hacerlas y eran una actividad inexcusable en mi día, como hacer deporte, mientras otras me costaban la vida y siempre encontraba una excusa para no hacerlas o para procrastinar, como aprender francés.
El motivo puede parecer muy obvio, pero no lo es. Si lo fuera, no me cruzaría cada día con personas que están haciendo algo a disgusto, y por tanto, no están nada motivadas para lograrlo y tardan mucho en conseguir ese objetivo, o directamente, abandonan antes de conseguirlo.
Lo que pasa cuando nadas a contracorriente
Así que como lección del mes, me quedo con la certeza de que en la vida se deben perseguir únicamente objetivos en los que uno crea a pies juntillas. Lo demás son milongas impuestas por la sociedad.
Porque el camino hasta cumplir el sueño en el que tanto crees no está exento de frustración y obstáculos, pero te aseguro que si escoges cumplir un objetivo en el que no crees, todo lo que te vas a encontrar por el camino es frustración y obstáculos. Bienaventurados aquellos que se imponen a la comodidad de dejarse llevar y luchan a contracorriente para construirse una vida a su medida, porque serán aquellos que, cuando miren atrás, lo harán con una sonrisa de orgullo, y cuando miren hacia delante, sólo verán un futuro brillante lleno de oportunidades.
Y qué a gusto me he quedado al decir esto.
Y es que en esta vida hay dos clases de personas: las que hacen cosas y las que ponen excusas para no hacerlas. Y hablando de hacer cosas, en estas últimas semanas he terminado no uno, sino dos cursos de Adobe XD. La curva de aprendizaje no es muy severa (comparada con aprender JavaScript ¬¬ ), así que considero que ya domino bastante bien el programa.
De hecho, en el trabajo ya he podido hacer un pequeño proyecto con Adobe XD y mi jefe ha quedado encantado con los resultados. Y eso me hace taaaaaaan feliz…que me cuesta dejar de sonreír mientras escribo estas líneas.
Para ese proyecto tuve que crear un diseño desde 0 y luego construirlo en HTML y CSS, así que no he tocado JavaScript en el trabajo desde hace un tiempo, lo cual es un alivio, sinceramente, porque estoy muy verde y necesito seguir avanzando con mis cursos para así entender bien las cosas que me pedirán en el futuro en el trabajo.
Así que de momento estoy muy contenta y sorprendida de cuánto he aprendido de CSS en unas semanas mientras hacía este proyecto. Para seguir aprendiendo sobre el tema, sigo haciendo el curso de Jonas sobre CSS, que es una maravilla, oiga.
Definiendo un Plan B
Estas semanas he estado dándole vueltas a nuestro ‘plan B’. Nunca lo he mencionado, pero en su día me planteé apuntarme a un bootcamp de desarrollo web si me costaba mucho encontrar trabajo. Son caros de pelotas, pero una de las partes positivas de estar en el norte de Europa es que tienes la posibilidad de ahorrar, y es lo que he hecho desde hace más de 4 años que llevo aquí. Haciendo eso, podríamos irnos a vivir a una ciudad (chula, por supuesto), donde exista un bootcamp. Como Lisboa, Barcelona…o Bali ♥
Por tanto, tenemos esa bala en la recámara, que supondría realmente tomar un riesgo más grande al que estoy acostumbrada, y además, sería una profunda inversión económica. Aunque claro, la experiencia vital sería alucinante y además, de estos sitios sales tan preparada que estoy convencida de que no me costaría mucho encontrar trabajo de web dev.
Pero bueno, como digo, eso es sólo el plan B, y además, tendría que coincidir con que mi chico encontrase trabajo también en esa ciudad. De momento, sigo feliz y contenta en mi empresa ganando experiencia, y ganándoles al futbolín también :D.
Febrero está siendo el primer mes que trabajo a tiempo completo, y, aunque es agotador trabajar todo el día y luego volver a casa y ponerme a estudiar, pensaba que sería peor. Pero claro, nunca antes había tenido un trabajo a tiempo completo que me encantase, así que supongo que el chute de energía con el que me despierto cada mañana se debe a eso 😉
Weekend coding bootcamp
Eso sí, al trabajar a tiempo completo, llego a casa agotada cada tarde, así que he trasladado mis actividades extra-escolares (deporte, compras, inversiones) a entre semana, para así tener los findes exclusivamente para estudiar, que es cuando estoy más fresca. Sin darme cuenta, hemos convertido nuestros fines de semana en weekend coding bootcamps, y yo sin enterarme. Es un término que leí el otro día en un artículo sobre una pareja de españoles que, casualmente, también han hecho lo mismo que nosotros, y también consiguieron un trabajo de programadores antes de cumplir 1 año estudiando. Y, como nosotros, estudiaban cada fin de semana.
La verdad que es reconfortante ver que existen más personas como yo en el mundo, que están dispuestas a comprometerse al máximo con su objetivo porque saben que esa es la única forma de conseguirlo. Y, si hay alguien en mi círculo que no lo entiende, sinceramente, me da igual. Yo sigo adelante con mi plan. Y gracias a eso, he conseguido terminar otro proyecto!
Mi ecuación para el éxito
La ecuación es sencilla…:
Objetivo definido + esfuerzo constante = resultados
¡VAMOS!
Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas
Pablo Neruda