En casa tenemos una cafetera de Nespresso que me regalaron mis padres. No bebo mucha cafeína porque hace unos años me di cuenta de que, como mucha gente, sin mi café por la mañana no era persona.
Así que me “desintoxiqué” y el café pasó a ser una bebida de momentos puntuales, lo cual ha hecho que lo disfrute infinitamente más. Adoro tomarte un café algún día del fin de semana con mi novio, y de hecho, de esta manera hago que mis fines de semana tengan un toque positivo más.
También me tomo un cafetito más a menudo cuando vuelvo a casa con mi familia, acompañando sobremesas de comidas familiares.
Podríamos decir que en una semana normal me tomo unos dos cafés.
Quizás estés pensando: “Ro, maja, existe el café descafeinado… De nada”. Lo sé, pero desde que vi en un capítulo de House of Cards que uno de los políticos amiguetes de Frank Underwood rechazaba un café descafeinado alegando que los descafeinados también llevaban algo de cafeína, decidí que ese hombre debía llevar razón, y que aunque el café clame ser descafeinado, yo no me fío. Y como no es un asunto que me quite el sueño, no me apetece comprobar la veracidad de sus alegaciones.
Hubo un tiempo en el que estaba desesperada por dejar este país, así que me puse una meta: dejar este país en verano de 2018. Una meta desde luego ambiciosa, y que evidentemente no he llegado a cumplir. No me preocupé, porque lo importante es estar en la senda correcta e ir siguiendo las señales del sendero, y eso objetivo lo estoy siguiendo a pies juntillas.
En aquel momento en el que pensaba que me podría ir de este país este verano, me encontré en el supermercado con una oferta en las cápsulas de café. A mí me encantan las ofertas de productos con una fecha de caducidad muy a largo plazo, porque puedo comprar un arsenal de X y almacenarlo en casa, y así ahorrar:
- Dinero
- Veces en las que adquirir el producto
Estaba yo con mi fiebre de la oferta, cuando caí en que no podía comprar “demasiadas” cápsulas…porque este verano me iba a ir, así que no tenía sentido.
Absurdas visualizaciones que me dan la vida
Y así, con las cápsulas de café, empecé a visualizarlo todo y a hacer mis compras pensando en “total, pa lo que me queda aquí…”. Mi novio me trataba (cariñosamente) de loca, porque en aquel momento no teníamos ni siquiera un plan definido.
Pero la realidad es que yo funciono por proyecciones que me hago mentalmente de mi futuro, y eso siempre me ha ayudado a cumplir mis objetivos.
También visualicé y martilleé a mi madre con la idea de que yo nunca vería el edificio nuevo al que se muda mi empresa en noviembre de este año. Ya le decía eso mucho antes de empezar a buscar trabajo, y creo que también ella pensaba que tenía suelta alguna tuerca.
Pero al final mi visión se cumplió: no veré ni haré la mudanza al nuevo edificio de mi empresa, porque mi último día en mi actual trabajo es mañana.
Ha sido un mes bastante estresante donde mi empresa me ha intentado exprimir al máximo y ha sido todo un reto aguantar la presión, y hasta estos últimos días no he soltado lastre, no sé muy bien por qué. Creo que, a pesar de todo, en mi empresa dejo atrás a compañeros que son más amigos que compañeros, y quiero dejarlos lo menos “empantanaos” posible.
Pero ya está hecho, porque mañana será día de comer mis cookies caseras entre todos y de despedirme del personal. Y la verdad, aunque las despedidas siempre son amargas, la idea de pensar en la aventura que me espera me sabe más dulce que mis cookies.
El apoyo de los tuyos como pilar que puede hacer tambalear todo tu plan
Por otro lado, no hay nada mejor en esta vida que empezar un proyecto y tener el apoyo de la gente a la que más quieres. Y, aunque mis padres no pueden ocultar sus reservas respecto a este cambio de vida, he aprendido a vivir con ello. Al final ellos tienen que lidiar con ese miedo a que las cosas me vayan mal por haberme salido del caminito marcado, miedo que no tiene la demás gente de mi entorno, porque ellos no tienen la necesidad de protegerme. Al menos, no de una manera tan enérgica como mis padres. Pero son mis padres, y aunque padre y madre sólo hay uno y una, y no tengo otros para compararlos… creo que su reacción entra dentro de lo normal.
No es que no crean en mí, pero creo que necesitan ver resultados para sentirse tranquilos. Pero oye, la paciencia es una virtud…que yo no tengo demasiado dominada. Me pregunto de quién lo habré sacado… 🙂
La reacción más enternecedora del mes, y diría que de todas las reacciones que he recibido al decirles que cambiaba de trabajo y de sector…ha sido la de mi abuelo.
Con sus 94 años, se me ha puesto al teléfono por Skype, y me ha preguntado:
- ¿Hija pero tú estás contenta? ¿Crees que ese trabajo es mejor que el que tienes ahora?
- Sí abuelito, estoy totalmente convencida.
- Ah, estupendo. ¿Y tu novio qué dice? ¿Piensa que el nuevo trabajo es bueno para ti?
- Sí abuelito, piensa que voy a trabajar en algo que está muy demandado y que no me va a faltar faena.
- Pues eso es lo importante, hija, que tú pienses que es un buen cambio para ti y que los dos estéis de acuerdo, así que me alegro mucho. (momento en el que me ha saltado una lagrimita de emoción. Acto seguido, se ha oído al guasón de mi tío de fondo):
- Ahí, ahí, y si a tu madre no le gusta, que se aguante.
Después, mi abuelo, que es muy listo pero tiene una obvia limitación generacional, ha recibido las explicaciones de mi madre de que voy a trabajar en una start-up, cosa que él ha entendido a su entrañable manera y me ha preguntado:
- Ah, ¿pero la empresa está terminada?
Grande mi abuelo…
Inversiones de tiempo… y de dinero
Así que yo sigo a lo mío, haciendo malabares entre seguir estudiando programación, contar en este blog mis vivencias, formarme sobre emprender online por si un día decido montármelo por libre, y estudiando sobre educación financiera y qué hacer con mis ahorrillos en lugar de dejarlos muertos del asco en el banco.
Al final me estoy decantando más por la inversión en índices en lugar de en empresas concretas, porque me parece una estrategia más segura y relajada. Y yo no quiero líos. Voy a lo sencillo y lo seguro.
Me hace mucha gracia la gente que dice que cómo van a invertir en Bolsa, que eso es una casa de apuestas o una lotería.
Jajaja. A toda esa gente le digo: Queridos míos, vosotros ya tenéis vuestro dinero invertido…y estáis en pérdidas. Vuestra cuenta de ahorros del banco os da una rentabilidad anual ridícula, posiblemente de menos del 1%. Y la inflación anual está entre el 2% y el 3%. Así que, ¡sorpresa! Vuestro dinero cada año vale menos.
Así que vosotros a lo vuestro, que yo prefiero convertir cada euro que gano en un soldadito que trabaje para mí, siguiendo la filosofía de mi querido Monje Paciente. Por cierto, ya me leí su blog de cabo a rabo, y os comparto uno de mis artículos favoritos: El monje paciente y el secreto de la riqueza. Que lo disfrutéis y os haga reflexionar.
Hasta la próxima y…¡AVANZAMOS!
“Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida” – Arthur Schnitzler