«Quien anda es quien tropieza, y no quien está en la cama a pierna tiesa» – Refrán popular
Cuando en noviembre del año pasado decidí estudiar programación web, empecé motivadísima y con la idea de que, allá por marzo de 2018 ya estaría lista para empezar a buscar trabajo. Ay, qué pobre ilusa.
Primera fase: los cursos online de Udemy y algunos errores de novata
Empecé con un curso online de Udemy que se supone que te enseñaba en profundidad HTML5 y CSS3, y posteriormente, te enseñaba a hacer una web como proyecto práctico. Cuál fue mi decepción cuando llegamos al momento de programar un sencillo menú, cuando el profe se puso a meter código JavaScript que no nos había enseñado. Paré y miré su índice, y puede encontrar que más adelante había unas clases de JavaScript.
Pero, lejos de lo detalladas que habían sido sus clases hasta el momento, sus lecciones sobre JavaScript eran superfluas e incompletas, y no le culpo, porque poco después entendí que JavaScript no es una parte de la programación web que se aprende en unos días, como alguna característica de CSS. No. JavaScript es a la programación web lo que una avellana es a la Nutella: sin ella sólo es chocolate. Así que, viendo que no me enteraba de la misa la mitad, decidí empezar un curso exclusivo de JavaScript. Total, ya metidos en harina…vamos a hacer un bizcocho de verdad. Ya que un buen desarrollador front-end debe dominar tanto HTML y CSS como JavaScript.
Segunda fase: frustración y búsqueda de recursos alternativos a los cursos online
Lo que ocurrió después es que empecé mi curso online (también en Udemy) y me atasqué con los ejercicios. Fue así como me di cuenta de que tenía que buscar más recursos de aprendizaje. En ese punto me frustré ligeramente al ver cuantísimo me queda aún por aprender. Pero intenté ignorar la frustración y seguir adelante, teniendo en cuenta además que, por el momento, todos los ejercicios del libro me iban saliendo. Hasta que me atasqué nuevamente. Y es que yo pensaba que entendía ciertos razonamientos, pero a la hora de ponerlos en práctica…no los recordaba.
Tercera fase: aceptación de la realidad…y es que sólo la práctica hace al maestro
Así que estos días, después de superar mi recién adquirido complejo de memoria de pez, he llegado a la obvia conclusión de que necesito hacer muchos, muchísimos más ejercicios. Y machacar un concepto hasta que lo tenga del todo trillado. Sólo entonces podré pasar al siguiente concepto. Y si eso significa volver atrás como los cangrejos, que así sea.
Tanto es así que he estado buscando en Google todo poderoso webs para hacer ejercicios de programación web, y, después de leer varios artículos y posts en foros (algunos más interesantes que otros), acabé descubriendo FreeCodeCamp. Es una plataforma online que te enseña programación web a base de mini ejercicios prácticos y estoy encantada con ella. De momento aún estoy por la sección de HTML y CSS, y ahora estamos haciendo una introducción a Bootstrap.
No sé si dentro de poco me encontraré con otra «barrera» para la cual sienta la necesidad de parar y buscar otro recurso adicional. Pero al menos estos días he aprendido a sobreponerme a la frustración. Así se lo he transmitido a mi madre, que me ha vuelto a preguntar que «cuándo voy a terminar el curso ese». Con toda la tranquilidad que he podido y que mi chico siempre intenta transmitirme cuando hablamos de este tema, le he respondido «terminaré el curso cuando me sienta cómoda programando y sienta que estoy lista para programar, me cueste el tiempo que me cueste» (aunque sin olvidar mi objetivo de los 365 días…).
La incomprensión que acompaña al círculo social de la persona que decide ir por libre
Y es que intentar llevar una vida que se salga de lo socialmente considerado como normal a veces puede resultar en sentirse incomprendido, sobre todo por tus seres queridos, que es quien más te preocupa que te entiendan. Pero ellos son también ese motivo para seguir adelante, esquivando y a veces tropezándome con las piedras del camino, pero siempre adelante, creando ese camino.