7. Lo que pasa cuando aprietas el tubo de la pasta de dientes

Recuerdo un día en el que estaba en una reunión con un cliente para discutir los pasos de una migración de un fondo de inversión gestionado por otra empresa, que ahora pasaba a nosotros.

Dos horas durante las que yo sabía que, de los 8 que estábamos en la reunión, sólo a una persona, máximo a dos, le interesaba aquello. El resto estábamos ahí puramente para ganarnos el pan. Y en aquel momento me invadió una enorme tristeza, por mí, y por algunos que estaban a mi lado que, al igual que yo, hubieran preferido estar recogiendo kiwis en Nueva Zelanda que llevando las finanzas de un fondo de inversión en Luxemburgo.

Cuando eres consciente de una realidad tan abrumadora, ya no hay vuelta atrás. Es tan inútil como intentar volver a meter en el tubo de la pasta de dientes la cantidad que ha salido después de apretarlo.

Pensé en Nueva Zelanda porque mi novio, mientras veía vídeos de cultivo de frutas y verduras para evadirse de la vida de ciudad, llegó a un vídeo llamado “From finance to farmer”. Era la historia de una pareja que había dejado el mundo corporativo y se había comprado un terreno y lo habían convertido en una permacultura con la que vivían de manera autosuficiente.

No es que mi objetivo fuera ese, qué coño, en ese momento no tenía ni un objetivo bien definido, sólo sabía que escuchar historias de gente que había hecho algo fuera de la norma era muy inspirador, porque yo ya estaba en ese punto de no retorno, y tenía la oportunidad de tomar dos caminos: permanecer estática en ese limbo de infelicidad, o por el contrario, dar un paso hacia lo desconocido. Así, haciendo honor al lema de mi tierra, tiré pa’lante, como los de Alicante.

Después de ver ese vídeo y de aquella reunión que me puso al borde del desquicie y me hizo sentir tan diferente a los demás, me puse a investigar sobre la vida en Nueva Zelanda. Así, al tún-tún. Nuevamente, me encontré con docenas de historias en las que los protagonistas se habían despedido de sus trabajos, habían conseguido la Working Holiday Visa y se había lanzado al vacío.

Fue esa la primera vez (y la última) en la que pensé en mudarme a Nueva Zelanda por un tiempo.

Recuerdo contárselo a mi amiga Mar y hacerla flipar, incluso se enfadó conmigo, llamándome loca, imprudente y desconsiderada, al querer “hacerle eso a mis padres”.

Me fui a mi casa desconcertada por haber aguantado semejante enfado de mi amiga. Menuda chapa me cayó.

Me quedé días pensando en eso y en lo que me hubiera gustado responderle, y por fin, conseguí poner mis pensamientos en orden.

Porque, ¿qué se suponía que tenía que hacer? ¿Qué es lo que se esperaba de mí y de ti, si has tenido una vida parecida a la mía? Ir al colegio. Ir al instituto. No juntarse con los repetidores, bien es sabido por todos que son unos vagos y nunca harán nada de provecho. Y no hablemos de los que no quieren ir a la universidad para dedicarse a trabajos manuales como mecánico o panadero. Qué gente con tan poquita ambición.

Elegir una carrera universitaria. La que te guste, sí, pero que tenga salidas. Ante todo, las salidas, no los intereses que claman desde tus entrañas. Esos para tus días libres. Estudiar un máster, pero uno lo más caro que puedas, para que te de prestigio y te abra puertas. Hacer entrevistas de trabajo. Mentir como una bellaca al ver que pasa el tiempo y lo único que te ofrecen es un puesto en una oficina donde ayudas a mover papeles de un sitio a otro.

Vivir deprisa, emborracharte los fines de semana y pasarlos quejándote de tu vida, ignorando que existe otra opción. Levantar los hombros y resignarte diciendo “eah, esto es lo que hay, ya disfrutaré cuando me jubile”. O tal vez no. Tal vez la vida sea otra cosa.

"Stop being like everyone and start taking action. Make a choice today that can change the course of your life forever" - The Millionaire Fastlane

THE END!

Este artículo es parte de la serie ESAD. Si te gusta este contenido, recuerda que puedes apoyar el blog uniéndote al Club ACTech, donde encontrarás material premium que no publico en ninguna otra parte.

Sobre la autora de este post

Soy Rocío, una abogada reconvertida en programadora. Soy una apasionada de aprender cosas nuevas y ferviente defensora de que la única manera de ser feliz es alcanzando un equilibrio entre lo que te encanta hacer y lo que te saque de pobre. Mi historia completa, aquí. 

Otros artículos que pueden interesarte

Cómo aprendí a programar cuando estaba «programada» para ser de letras
[tcb-script src="https://player.vimeo.com/api/player.js"][/tcb-script]A nadie le gusta su trabajo. Eso es lo que me decía a mí misma cuando conseguí mi primer[...]
Días del 160 al 203 – ¡Primer objetivo conseguido!
“A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo[...]
Claves para entender Angular. Qué es y cómo se utiliza
Angular es un framework creado por Google que nos permite construir Single Page Applications (SPA, por sus siglas en inglés).Frameworks¿Pero qué es[...]
Si crees que este post puede serle útil a alguien, por favor, ¡compártelo!:

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Esta web utiliza cookies para asegurar que se da la mejor experiencia al usuario. Si continúas utilizando este sitio se asume que estás de acuerdo. más información

Los ajustes de cookies en esta web están configurados para «permitir las cookies» y ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues usando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en «Aceptar», estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar