Si exagerásemos nuestras alegrías como hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia. - Anatole France
El optimismo como filosofía de vida
Siempre he sido una persona optimista y soñadora. Tanto que siempre me marco objetivos tremendamente difíciles de conseguir porque tienen un toque de idealismo y utopía. Pero eso también hace que, cuando los consigo, me sienta la reina del universo por un instante. 👑
Y cuando no los consigo, simplemente reconozco que igual me he pasado un poco con mis expectativas, y re-elaboro el plan para marcarme un objetivo un pelín más realista. Este método siempre ha funcionado, así que pienso seguir aplicándolo.
Pero a veces me sorprendo dándole más importancia los aspectos negativos de mi plan que a los positivos. Y, si escribo estas líneas hoy, es para recordarme que no debo hacer eso. Sí, a veces los puntos negativos de un plan pesan más que los positivos, pero es porque damos por hecho muchos de los puntos positivos.
Por ejemplo, no está entre mis planes a corto plazo comprarme un coche. Me parece un gasto absurdo viviendo en la ciudad. Así que para llegar al trabajo, voy en mi patinete eléctrico (éste). Para los que tenemos un patinete eléctrico, sabemos que hay ciertas personas que los odian, ya que a veces no tenemos carril bici, y, si la carretera me parece peligrosa, voy directamente por la acera. 🛴
Esto parece irritar a mucha gente, aunque jamás he tenido ningún accidente por ello, ya que cuando voy por la acera, voy a la velocidad del caballo del malo. Pero eso no ha impedido que este mes me haya encontrado con dos adultos amargados que me han cantado las 40 sólo por verme circular por la acera. 😩
Una señora mayor hasta intentó pegarme con su muleta, pero pude esquivarla a tiempo 😌. Al margen de que deba o no circular por la acera, cuando tuve esos episodios me sentí un poco mal. Luego recapacité, y me di cuenta de que, a diario, varias personas me sonríen cuando me ven en patinete, o me dejan pasar sin que yo se lo pida, o muestran interés por el patinete y me hacen preguntas.
Por eso, hoy quiero recordarme que debemos darle a las cosas su justa importancia, y no amargarnos por asuntos que no merecen la pena. 🙂
¿Qué he hecho este mes?
Me he terminado el libro de Joe Sugarman sobre Copywriting. Al final se me ha hecho un poco largo, la verdad, pero en general, me ha gustado. Te da la fórmula necesaria para escribir textos que atrapen al lector y le hagan leer hasta el final.
También me he empezado (de nuevo) el libro You don't know JS - Up & going. Y ahora sí, me está encantando. Es gratis si te lo descargas directamente desde el kindle. No recuerdo si esta es la segunda o incluso la tercera vez que intento leérmelo. Las veces anteriores tuve que dejármelo porque sus contenidos me superaron y me sentí como una lerda al perder el hilo y que todo me sonara a chino. 😒
Pero por ahora, me entero de todo 👏. Quizás tenga que ver con el cambio radical que he hecho en mi método de estudio. Porque desde que escribo tutoriales sobre lo que voy aprendiendo, siento que me capacidad de aprendizaje se ha multiplicado por 10.
El aprendizaje que nunca acaba
Cada vez tengo más claro que necesito adquirir más conocimientos y sobre más tecnologías. Nunca me arrepentiré de haber empezado a aprender programación de manera autodidacta. Aprender algo por ti misma, y algo tan complejo como la programación, te demuestra que tienes esa chispa de entusiasmo que se tiene por las cosas que un@ disfruta.
Así que es una forma muy eficiente de comprobar si algo te gusta y si es para ti. Y el diseño web y la programación es definitivamente para mí, lo tengo claro. Pero también he comprendido que ser developer es como ser médico: el aprendizaje no acaba nunca.